El fruto del madroño


Recoge la mitología que de la sangre vertida por el gigante Gerión cuando fue muerto por Heracles nació un árbol que florece y da frutos al mismo tiempo; y siempre en la época en que las Pléyades relucen especialmente en el firmamento.
Con el tiempo se coligió que ese árbol es el madroño ya que efectivamente florece y fructifica a la vez -los frutos son del año anterior- y siempre entre noviembre y diciembre justo cuando las Pléyades -un cúmulo de 7 estrellas de la constelación de Tauro- son particularmente visibles.


Leyenda o realidad, el caso es que las propiedades del madroño son conocidas desde hace siglos. De hecho, en el año I de nuestra era el médico griego Pedanio Dioscórides ya lo mencionaba en el capítulo 138 de su Materia médica, obra que durante 15 siglos fue la máxima autoridad en botánica y farmacología.

Resulta curioso que el madroño, un fruto que tapiza en abundancia nuestros paisajes más cercanos, tenga un consumo tan poco relevante en los mercados. Rico en sustancias flavonoides con una interesante acción antioxidante es ahora objeto de estudio, y los resultados apuntan que sus frutos y hojas podrían utilizarse en el tratamiento y en la prevención de enfermedades cardiovasculares.

El madroño es el fruto de un arbusto denominado "Arbutus unedo", de hoja perenne color verde oscuro, originario de los litorales de la Europa meridional, que florece durante el otoño y que tarda alrededor de un año en madurar. Cuando está maduro presenta un color rojo intenso y, tanto si los compramos en las fruterías o vamos al campo a recolectarlos, hay que elegir los frutos con mejor aspecto visual, sin golpes ni magulladuras, ya que son muy perecederos, por lo que conviene consumirlos en poco tiempo desde su recolección.

El madroño contiene un 10% de azúcar invertido por lo que antiguamente se utilizaba para elaborar orujos y vinagres. Se suele emplear para hacer gelatinas, mermeladas y confituras por su contenido en pectina y ácido málico, aunque también puede consumirse crudo. Una vez cocinado es apropiado para aderezar carnes, caza y también para acompañar frutas tropicales.

Componentes y propiedades

Glucósidos:

Los frutos del madroño contienen glucósidos, es decir, compuestos que por la acción del agua se producen en el metabolismo secundario de las plantas y que básicamente contienen un azúcar -que ayuda en la absorción y solubilidad- y aglucón o genina que es la sustancia que posee propiedades terapéuticas. Pues bien, se sabe que los flavonoides contenidos en los frutos del madroño participan en el mantenimiento del buen funcionamiento cardiaco y en la normal circulación de la sangre. De hecho, fortalecen los capilares sanguíneos, mejoran las funciones de oxigenación de los tejidos, impiden la formación de trombos en los vasos sanguíneos y son hemostáticos(contribuyen a detener hemorragias espontáneas). Pero además los flavonoides son potentes antioxidantes y eliminadores de radicales libres (más incluso que la vitamina C y el betacaroteno) y se han demostrado sus efectos antiinflamatorios, analgésicos, hepatoprotectores, antimicrobianos y su papel protector frente a enfermedades cardiovasculares o cáncer, entre otras. Por otro lado, a los flavonoides se les considera aliados de la piel ya que, al contribuir a que los vasos sanguíneos cumplan bien su función, pueden llevar más oxígeno y nutrientes a las papilas dérmicas, células que a través de la sudoración mantienen humectada la capa superficial.

Asimismo, según Llorenç Pons -consultor farmacéutico y miembro externo del Comité Europeo de Cosmetología con sede en Bruselas- hay bibliografía científica que cita la inhibición de la 5-alfa reductasa por parte de algunos flavonoides lo cual podría favorecer la normalización de los ciclos capilares acelerados que se desarrollan durante los procesos de alopecia androgenética. Es decir, que la ciencia viene a respaldar la creencia popular de que el madroño hace tener "buen pelo" y de ahí que existan en el mercado productos para el tratamiento de la alopecia cuyo principal componente es precisamente el madroño.

Arbutina:
El madroño también contiene -tanto en sus hojas como en la corteza- glucósidos fenólicos, entre ellos la arbutina de la que es la principal fuente. Se trata de una hidroquinona que tiene acción antiséptica y antiinflamatoria sobre el sistema urinario además de antibacteriana y nefroprotectora por lo que se utiliza para combatir las infecciones urinarias, las cistitis, los cálculos y cólicos renales así como las diarreas y disenterías.

Taninos:
En cuanto a los taninos se les relaciona principalmente con el vino pero lo cierto es que también se encuentran de forma importante en plantas de la familia de las ericáceas -a la que pertenece el madroño- que los contiene tanto en sus frutos como en sus hojas y corteza. Son sustancias complejas a las que no es posible clasificar dentro de una estructura química única pero se sabe que presentan interesantes propiedades antiinflamatorias, antibacterianas, tonificantes y antisépticas. Y además son astringentes por lo que resultan eficaces en el tratamiento de la diarrea, ayudan a que la sangre coagule, son hemostáticos, producen vasoconstricción y son beneficiosos en el tratamientos de las hemorroides. También se les atribuye acción antioxidante. Pero, ¡ojo!, los taninos ingeridos en altas concentraciones pueden limitar o incluso impedir la absorción de otros nutrientes como el hierro, el calcio o las proteínas.

Pectina:
La pectina es otro de los componentes del madroño, concretamente de sus frutos. Se trata de un hidrato de carbono que forma parte de las células vegetales de la piel o de la cáscara de muchas frutas, verduras y hortalizas, entre ellas la naranja, la manzana o la cebolla. En cuanto a sus propiedades destaca la de ayudar a reducir los niveles de colesterol en el cuerpo favoreciendo su excreción. Lo que hace la pectina es unirse a los ácidos biliares -producto de la degradación del colesterol- facilitando su expulsión a través de las heces. Esto disminuye el riesgo de padecer diferentes enfermedades cardiovasculares. Otra propiedad de la pectina es la de neutralizar los ácidos biliares en el intestino por lo que es útil en el tratamiento de problemas intestinales. También se
sabe que se asocia a metales tóxicos facilitando su eliminación del organismo. Además su ingesta puede ser adecuada para personas con diabetes ya que la pectina disminuye la velocidad de paso de los azúcares del estómago al duodeno lo que evita que aumenten bruscamente los niveles de azúcar en sangre.

Vitamina:
También en los frutos del madroño se puede encontrar la vitamina P. Está compuesta por un complejo de bioflavonoides cítricos, rutina y hespiridina. Es soluble en agua y fue descubierta en 1930 por el Premio Nobel Szent György al estudiar las partes blancas de los cítricos aunque posteriormente se advirtió su presencia también en el jugo, si bien en menor proporción. Una de las principales funciones es aumentar la fortaleza de los capilares y permitirles una mayor permeabilidad (de ahí la letra P que designa a esta vitamina) pero también tiene otras propiedades no menos importantes.

Por ejemplo, impide que la vitamina C sea destruida por la oxidación y aumenta su efectividad; ayuda a prevenir y curar las encías sangrantes; es importante en el tratamiento del edema y los mareos debidos a dolencias del oído interno; aumenta la resistencia frente a las infecciones -tanto de bacterias o virus como de hongos o
parásitos-; actúa como antiinflamatorio y tiene capacidad desintoxicante frente a algunos metales como el cobre o el plomo.

En suma, el madroño -sus frutos, sus hojas y su corteza- posee unas propiedades terapéuticas considerables. Por hacer un resumen, diremos que sus compuestos le otorgan funciones astringentes, antisépticas, antiinflamatorias, antimicrobianas, protectoras del corazón, del hígado y de los riñones, tonificantes, desintoxicantes,
hipocolesterolemiantes, antioxidantes y analgésicas además de impedir la formación de trombos, fortalecer los vasos sanguíneos, ayudar a detener hemorragias, estimular el crecimiento del cabello y ayudar en la prevención de enfermedades como el cáncer.